Friday, December 11, 2015

un buen amante

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Un buen amante se conducirá con elegancia tanto en la oscuridad como en cualquier otro momento.

Se deslizará de la cama con una mirada de consternación.

Cuando la mujer le suplique: “Vete, amigo, está aclarando. Nadie debe verte aquí”, él lanzará un hondo suspiro revelador de que la noche no ha sido suficientemente larga y que abandonar a su dama lo hace sufrir.

Ya de pie, no se vestirá de inmediato, sino que acercándose a su amada le susurrará todo lo que ha quedado sin decir durante la noche.

Incluso ya vestido, se demorará ajustándose el cinturón con gestos lánguidos. Luego levantará la celosía y permanecerá con su dama de pie junto a la puerta, diciendo cuánto lamenta la llegada del día que los aparta, y huirá.

Verlo partir en ese momento será para ella uno de sus más deliciosos recuerdos.

La elegancia de la despedida influye enormemente en el apego que tengamos por un caballero. Si salta de la cama, ronda por la habitación, se arremanga y se llena el pecho con sus pertenencias, asegurando enérgicamente su cinturón, comenzamos a odiarlo.

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